Qué hermoso llegar al aula y ver a los chicos y chicas con sus mascotas y más aún escuchar sus historias, compartir sus tristezas y alegrías, como sucedió con Junior al contar que ya no tenía a su mascota, de cómo había fallecido y escuchar cómo se quebraba su voz y cómo le dolía ese recuerdo. Imposible dejar caer unas lágrimas y regalarle mi mascota de peluche navideño que por algo llevé a la clase.
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